Mérida, Yucatán, 28 de marzo de 2024
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Xcanchakán
Municipio: Tecóh

Majestuosa hacienda donde finaliza la carretera a Telchaquillo, es indudable que fue producto de la conquista española en 1542; para llegar a ella es necesario tomar la carretera a Kanasín-Acanceh-Telchaquillo y después de aproximadamente una hora veremos e esplendor de Xcanchakán.

A Xcanchakán se le puede interpretar de dos maneras: X en maya es símbolo femenino, se puede traducir como "Víbora de la llanura o sabana" o "Cuatro llanuras o sabanas".

Pero estas interpretaciones se las tenemos que dejar a los sabios en ese aspecto, ya que los indios bautizaban sus poblaciones y ciudades y los españoles deformaban sus nombres según los entendían.

La propiedad de la hacienda se remonta hasta el padre Meneses quien la había fomentado y erigido en 1840. Luego aparece el nombre del Lic. Vicente Solís Rosales y posteriormente el del Ing. Vicente Solís León. Fue en 1800 cuando se levanta la capilla y se coloca el reloj que hasta ahora luce en la parte alta del tercer piso.

Se tiene noticia de una relación de los herederos de Solís de León y es la siguiente: José, Alfonso, Andrés, Guadalupe, Otilia, Francisco, Pedro y Fernando Solís Cámara, siendo este último el que adquirió todas las acciones de Don Vicente Solís León quien las denominó Xcanchakán y anexas.

La hacienda contaba con ganado hasta el año de 1937 cuando fueron repartidas las tierras a los campesinos. También pueden apreciarse los restos de una fábrica de hielo que surtía ese producto a la ciudad de Mérida y desde 1850 el henequén fue ocupando la importancia que tenía la ganadería. También cuenta con una estación de ferrocarril que se encuentra a corta distancia de la hacienda.

La casa principal de esta hacienda es una de las más importantes, desde el momento en que llegamos a las puertas de la capilla, vemos al frente un hermoso arco que posiblemente sea del tipo morisco.

A la derecha podemos ver un ala de la mansión de 3 pisos. El primero muestra que fue un sótano, el segundo y el tercero están rodeados de arquerías que no desentonan con la arquitectura general de la finca y verjas de hierro.

La hacienda cuenta con un cenote que era el sitio de la noria cuyo brocal muestra las piedras labradas que abundan en toda la heredad. Entre las piedras traídas de Mayapán, existe una gastada estela y partes de un mascarón que están empotrados en la pared de lo que fue la primera capilla de Xcanchakán. También se puede ver la huella donde estuvo la otra estela, que como muchas cosas más fueron saqueadas.

Actualmente en este lugar viven alrededor de 1000 personas, hay algo de ganado y una aceptable producción henequenera. También nos hablan con entusiasmo de los caminos rurales entre los cuales ellos confían en que se hará el asfaltado de Telchaquillo hasta Xcanchakán, que se comunicará con Tekit y de allí hasta salir a Oxkutzcab.

No se deja de pensar que la señorial residencia podría ser convertida en un motel que sirva de aliciente para visitar la Zona Arqueológica de Mayapán ya que se encuentra a pocos minutos del lugar.

En Xcanchakán se realiza una fiesta y un espectáculo tradicional de la región. La fiesta empieza con el sonido de un violín y un tunkul, a las puertas de la capilla, a un lado del corredor se ponen los hombres y en el otro lado las mujeres. Un joven cruza a donde están las mujeres con un pañuelo en las manos al que le hacen un nudo, se acerca a la muchacha tocándola con la punta del pañuelo y regresa a su lugar, la joven espera unos minutos, se pone una rosa en la cabeza, se acerca al joven que la invita y a una distancia de diez pies cada uno se ponen a bailar el "Torito", el bastonero tocaba a otra muchacha con el nudo del pañuelo y se ponía a bailar.

Este espectáculo es llamado de "flagelación". Muy temprano los músicos se reúnen en la capilla, cuando se ve a un indio de rodillas sujetándose fuertemente a las piernas de otro indio y presentando las espaldas al látigo. A cada golpe levantaba una rodilla y gritaba; esto probaba el grado de sumisión del indio. Al terminar se levantan y se van. Entre ellos existe un proverbio filosófico de resignación que dice: "Los indios no oyen sino por las nalgas".

Ubicación